lunes, 4 de octubre de 2010

No images are needed this time

Reivindico: el poder de la palabra bien trazada; la belleza del idioma materno, bien conocido y bien usado; la sutileza casi insondable de la frase compleja, si es preciso que lo sea; la hermosura de los libros que nos han legado tantas generaciones, al alcance de quien quiera tocarlos; la luz que puede llegar a despedir, en suma, el Verbo de titanio taladrante.

¿Pedante el parrafito, decís? Está bien, continúo:

Reniego de: el uso que se da al lenguaje en casi todos los medios de comunicación, casi siempre; las editoriales que sacan a la luz libros plagados de errores de todo tipo; la reiterada y soporífera utilización de unos pocos recursos idiomáticos, frente al olvido crónico de todos los demás, al alcance de quien quiera utilizarlos (mucho más a mano que un perfil de Facebook); la simplificación exasperante de la lengua que llevamos usando desde que nacimos; la fealdad de tantas y tantas vulgares coletillas vigentes, que, en vez de morir, como debieran, al poco de nacer, se prolongan meses, años, generaciones; la falta de interés, en suma, por mejorar y tratar con un mínimo de respeto lo que bien lo merece. Según yo lo veo.

Pero nada de esto tiene sentido, desgraciadamente, a menos que alguien me demuestre lo contrario. No se dará el caso, bien lo sé.

Fdo: El Licenciado Obsoleto