jueves, 12 de diciembre de 2013

Deconstrucción sintáctica


Consideremos una frase estándar muy empleada:

Toda esta gente me parece una panda de cretinos.

Frases de este tipo son la causa de muchos males y es nuestra obligación erradicarlas de principio a fin. Se puede deconstruir la frase hasta dejarla en cueros:

1. Veamos el final: ...panda de cretinos. Podemos eliminar fácilmente el atributo negativo, que es una valoración como otra cualquiera y, en consecuencia, perfectamente eliminable. La frase quedaría así:

Toda esta gente me parece una panda.

2. Vayamos al principio: Toda esta gente... Es fácil ver que los seres humanos, mujeres y hombres, somos muy dados a tratar de universalizar nuestros argumentos para darles más peso. Pero son intentos vanos. Podemos, pues, prescindir del adjetivo:

Esta gente me parece una panda.

3. Volvamos al final: lo que nos parezca o deje de parecer tal o cual persona o grupos de personas es de todo punto irrelevante para la marcha general del universo y de la vida en particular. Así pues, la frase queda en:

Esta gente me parece.

4. De vuelta al principio, observamos algo interesante: nuestro incontenible impulso a hablar, pensar u opinar de los demás, con su permiso o, más frecuentemente, sin él. Lo más razonable es pues retirar toda referencia a los demás, con lo que quedaría esto:

Me parece.

5. Nos aproximamos a lo esencial. Atención al verbo: tal o cual cosa "nos parece" esto o aquello. Pero es bien sabido que los pareceres humanos son falibles, parciales, casi siempre subjetivos y muy poco fiables. Podemos prescindir del verbo:

Me

6. Estamos en el meollo: yo, mi, me, conmigo. Pero es un meollo igualmente evitable: el yo, el ego, es fugaz, inconsistente, incoherente y, en suma, mal que nos pese, inexistente. El yo no existe, es una construcción ficticia, etérea y tiene la misma consistencia que una mota de polvo cósmico, igual que sucede con las torres de Abu Dabi, el desierto del Neguev o los más excelsos sonetos de Shakespeare. Así pues, ¿qué queda?

Hacia allá. Sin miedo. Es el único camino.

viernes, 8 de noviembre de 2013

La noche

 A lo largo de la historia, la noche ha sido relacionada con un montón de cosas, desde el erotismo más desenfrenado hasta las oscuridades del rencor más absoluto. Pero la noche es, puede ser, mucho más que eso. Mucho más que la literatura de todos los poetas y novelistas juntos. La noche va mucho más allá de todo eso, porque da pie a un milagro que se produce con mucha frecuencia: el milagro de las noches sin nubes.



Dejad que el día os atrape con vuestras cuitas, vuestras preocupaciones domésticas, vuestras ansiedades y aversiones terrenales. Es casi inevitable. La luz del día nos impide ver de lejos al mostrarnos tantos y tan estimulantes objetos, lugares y personas, que continuamente nos arrastran, nos repelen, nos marean con su vaivén incesante. Pero permitid a la noche que muestre su infinito panorama; destapaos los ojos y observad el espectáculo. Sin luces de neón, sin máquinas ni ropajes de ningún tipo. Es sorprendente que pueda obtenerse tanto con tan poco.

Un cielo estrellado es una ventana abierta al universo.

viernes, 11 de octubre de 2013

El manantial

Esta mañana he escuchado un eco. Decía así: «¡Hay que distinguir las voces del eco!»


Basta encender cualquier aparato electrónico para empezar a recibir una multitud enmarañada de ecos provenientes de no se sabe dónde. Cientos, miles de ellos nos llegan simultáneamente y de todas las direcciones posibles. Pero, ¿dónde están las voces originales? Nadie sabe, nadie contesta, salvo la voz robotizada de un mensaje pregrabado.

Si deseamos escaparnos de esta confusión, recomiendo vivamente «serenar la sien del pensamiento», en palabras de Miguel Hernández (aunque sus pesares eran de amores, también nos valen). Este trabajo consiste en retirarnos a un lugar tranquilo, a ser posible sin aparatos electrónicos, y tratar de organizar un poco el maremagnum mental que tantos ceros y unos provocan en nuestra cabeza.

Una vez encontrado el lugar de retiro, la tarea es bien simple: escúchate a ti misma, indágate por dentro, explórate sin miedo. No te preocupes por los moscardones, aguiluchos o musarañas que encuentres en tus cavernas; sigue adentrándote. Con algo de dedicación, cada día avanzarás un poco más. Y con el tiempo, quizá, antes del fin de tus días puede que encuentres el manantial que has estado buscando. Creo que el hallazgo bien merece el esfuerzo. Ánimo.

viernes, 19 de julio de 2013

Avispa alfarera (sceliphron destillatorium)

La avispa alfarera construye con barro una cavidad-nido donde deposita el huevo que, con el tiempo, eclosionará para dar salida a la larva; esta, a su vez, se transformará en pupa que, con paciencia, dará lugar a una nueva avispa.
Como toda criatura, la larva y la pupa necesitan alimentarse, así que la avispa no solo pone el apartamento a su hija, sino que le deja la despensa llenita de animalillos aptos para su consumo. Aptos desde el punto de vista de una larva, se sobreentiende.
Para ello, la avispa captura todo tipo de arañas: de un color u otro, grandes o pequeñas, simpáticas o no... a todas les inocula un veneno que las deja medio atontadas, si no las mata, y las mete a presión en el botijo de barro donde el huevo, pacientemente, espera su turno.
Abrir una cápsula de barro de avispa alfarera es una auténtica caja de sorpresas. Cuidado, pueden picar, como es lógico.

sábado, 6 de julio de 2013

iluminaciones, prueba escrita

Casitas y comederos de pájaros
Los pájaros muestran un ingenio ilimitado a la hora de fabricar nidos, refugios, cobijos y agujerillos de todo tipo, donde realizan sus anidamientos y traen a la luz sus polluelos. Como todo animal, necesitan un lugar tranquilo, resguardado y cómodo donde poder cumplir con sus obligaciones pajariles.
Entre los distintos refugios que emplean los pájaros, hay uno especialmente atractivo: las casitas artificiales de madera que cuelgan algunas personas en alerones, tejados, ramas de árboles u otras estructuras. Este gesto de altruismo hacia los animales sorprende gratamente a cualquiera que lo analice, máxime cuando la utilidad de dichas casitas es puramente estética o incluso ecológica. Tal muestra de generosidad se ve a las claras si pensamos en lo que implica: comprar la casita, hacer acopio de las herramientas necesarias, buscar un sitio adecuado e instalarla. En ocasiones incluso las casitas son reparadas o cuidadas periódicamente por esas mismas u otras personas. ¿Y todo para qué? Para nada. Por simple generosidad.

Si ya de por sí lo anterior levanta el ánimo, qué no será cuando nos fijemos en lo siguiente: los comederos y bebederos de pájaros, unas pequeñas estructuras donde algunas personas depositan comida o agua para pájaros. Existe una enorme variedad de estos artificios, a cual más bonito. Muchos de ellos están fabricados con madera y otros materiales naturales, y en ocasiones están recubiertos con alguna capa de pintura o barniz protector. Los comederos y bebederos alivian en gran parte una de las necesidades básicas de los pajarillos, y de todo ser vivo: la alimentación. Son especialmente beneficiosos cuando las condiciones climáticas se endurecen. De nuevo, lo admirable es que esta comida y bebida se ofrece a los animales… ¡sin pedirles nada a cambio!

Es maravilloso comprobar las buenas cosas que saben hacer los homo sapiens cuando se lo proponen.

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Para aquellas personas que no estén al tanto, informo de que la asignatura Iluminaciones consiste en presentar exposiciones orales o escritas que muestren a las claras alborozo, jovialidad, entusiasmo e incluso ─en ciertas ocasiones arrebato. Se trata, en suma, de realizar manifestaciones verbales que irradien positividad, de ahí el nombre de la asignatura.

El modo de evaluar una prueba de esta asignatura es bien sencillo: se marcan en verde las palabras que simbolizan felicidad, regocijo, satisfacción y hasta hilaridad, y en rojo las que denotan negatividad, oscuridad, tristeza o depresión. Ejemplos de las primeras son: sí, blanco, siempre, sol, amar, amanecer, estrella, centro, dar, luz, sentir, soltar, compartir, etc. Ejemplos de las segundas son: no, nada, oscuro, odio, ningún, jamás, fin, retener, egoísmo, matar, nunca, terminar, envidia, cortar, sepultar, momificar, etc., así como el excesivo uso de los términos yo, mi, me y conmigo. La persona evaluadora debe marcar en rojo o en verde las palabras positivas/negativas. Terminada la lectura, una simple ojeada permite ver el color predominante, y evalúa en consecuencia: la nota será tanto mayor cuanto más verde haya sobre el rojo, y viceversa.


***

Ya cerca del final de curso, la profesora Rosa se me acercó y dijo: «Manuelito, todas las pruebas que me has entregado a lo largo del año están suspensas. Recuerda que tienes que aprobar el examen final de la próxima semana si no quieres que te quede la asignatura.»


La tarea no me resultaba fácil. Estuve días y días dándole vueltas consciente e inconscientemente hasta que por fin, encontré algo… el breve escrito Casitas y comederos de pájaros.

viernes, 7 de junio de 2013

Los señores de la Tierra

... Desde el principio mismo de la historia de los homínidos, la tierra había sustentado a varias especies distintas de esta familia a un tiempo, en ocasiones dentro de un mismo paisaje. En cambio, cuando salió de África el pariente de comportamiento avanzado, el mundo no tardó en convertirse en un monocultivo en lo tocante a la población homínida. Tal circunstancia, ciertamente, nos está diciendo algo muy importante sobre nosotros mismos, y es que, a sabiendas o no, no solo desplegamos una intolerancia total ante cualquier competidor, sino que estamos equipados como nadie para expresar e imponer dicha intolerancia. Es algo que deberíamos tener siempre en la cabeza mientras seguimos empujando con energía a la extinción a los familiares más cercanos que nos quedan con vida.
El texto anterior está sacado de este libro de Ian Tattersall.
Bien traducido, bien editado, bien revisado.
Editorial Pasado y Presente (2012)

miércoles, 29 de mayo de 2013

Aforismos entrechocantes


  • Multitudes en ocasiones enfervorizadas increpan, embisten y agreden a los incautos políticos, sin percatarse de que la masa madre de la que salen estos es la misma masa que forman dichas multitudes. No parecen entender que cada pueblo tiene, más o menos, la clase política que bien merece. No parecen percatarse de que, en palabras del jefe indio, quien escupe al político, se escupe a sí mismo.

  • Ser bueno en circunstancias favorables tiene poco o ningún mérito. Ser majos/as, simpáticos/as o agradables cuando la primavera sopla con suave brisa, el sol brilla en ángulo perfecto y el huerto rinde sus frutos es algo casi inevitable. Lo interesante, lo que debemos admirar, aplaudir y ponderar es la capacidad (propia o ajena) de mantener estas virtudes cuando el dolor y el desengaño han hincado el diente en nuestro cuello. 
  • Las/os usuarias/os de Internet acuden a la red como acudían en tiempos de la Grecia clásica a las pitonisas: postrados servilmente ante el nuevo dios Guguel, esperando y exigiendo de él respuestas a todas sus cuestiones. No se dan cuenta de que, para saber buscar, es preciso saber de lo que se está buscando. De otro modo aceptaremos ciegamente lo que el nuevo dios nos diga, al carecer de referencias externas. Una nueva superstición, internacionalizada, socialmente transversal, multicultural y multiétnica está aquí, ya, entre nosotros.

  • El mito del yo inaccesible, tan arraigado, carece totalmente de fundamento. Las barreras físicas y espirituales que plantamos entre nosotros y «la sociedad» son casi siempre transparentes o, cuando menos, translúcidas. Nos esforzamos denodadamente en esquivar las miradas y los análisis ajenos, y nos sentimos muy ufanos de proteger nuestro yo, nuestro estupendo yo que solo nosotros creemos conocer y comprender. Pero esto es rotundamente falso: nuestro interior es casi siempre visible para cualquiera que quiera observarlo con detenimiento, interés y un mínimo de cordura. Por mucho que nos esforcemos, mostraremos a los demás quién somos en nuestras palabras (las que decimos y las que callamos), nuestros actos y nuestros gestos. Nuestro yo no es solo —ni principalmente— lo que pensamos sobre nosotros mismos, sino también —y muy importante— lo que somos para los demás. Si somos incapaces de conciliar estos dos yoes, seremos incapaces de entendernos mínimamente.
 
  • Está más que demostrada la capacidad de los honrados padres de familia «tradicionales» de talante conservador para asimilar, aceptar (con más o menos reservas) y asumir las travesuras ideológicas de sus hijas/os que corren en pos de los muchos ideales de libertades y sociedades perfectas. Falta por demostrar la capacidad de los honestos padres de familia «modernos» por aceptar, asumir (con más o menos sinceridad) y asimilar algunas de las muchas decisiones que puedan tomar sus hijos/as, como entrar en el convento, estudiar finanzas o hacerse militares.

lunes, 22 de abril de 2013

Personas-mula


Hay algo esencialmente inmoral en todo esto. No me refiero al pobre Sísifo, que al fin y al cabo fue víctima de una cruel venganza urdida por los dioses. Este es un asunto mucho más mundano:

Miles de personas, principalmente mujeres, cruzan la frontera de Melilla con Marruecos cada día porteando, legalmente, unos fardos enormes que no quiero ni pensar lo que pueden pesar. Un trasiego que, parece ser, resulta legal, pero que recuerda las primeras imágenes de la película Espartaco de Kubrik o esas otras tristísimas imágenes de las minas embarradas en Brasil con centenares de niños subiendo y bajando con otros fardos a sus espaldas.

Esto es un espanto se mire como se mire. Más aún por el hecho de estar aquí, a la vuelta de la esquina, junto a este paraíso artificial de centros comerciales, huelgas por la sanidad o por las vacaciones, caravanas de automóviles en días festivos y sobreabundancia, por mucha crisis que estemos atravesando. Sobreabundancia de palabrería, de hipocresía, de doble rasero es lo que hay de continuo.

Cada vez que algún «militante» me suelte el rollo por activa o por pasiva, pensaré interiormente en estas mujeres que no tienen sindicatos ni nadie que las defienda (entre otras cosas porque seguramente piensan que no necesitan ninguna defensa), y me repetiré una vez más que los sindicalistas de los países ricos únicamente trabajan para perpetuar las condiciones ventajosas de los trabajadores y trabajadoras de SUS países, sin importarles un pepino lo que sucede fuera, aunque sea justo al lado, como en este caso. Pero es rotundamente imposible alcanzar un mínimo equilibrio social si solo nos preocupamos de nuestros privilegios, de nuestras pagas extra y de nuestra capacidad de consumo. En el mundo que vivimos, podemos meter la cabeza en nuestra sauna particular y olvidarnos del resto al más puro estilo nórdico, pero, a la larga, eso solo conducirá a más desigualdad y, en consecuencia, a más problemas.

La sauna, como la aldea, ha dejado de ser local para convertirse en global, lo veamos o no.

Más información en:

http://www.vice.com/es/read/the-lady-mules-of-morocco-702-v5n2

viernes, 29 de marzo de 2013

Las tonterías de Mel Gibson

Pienso que Mel Gibson es tonto. No digo «tonto, el pobre», porque de pobre debe tener muy poco. Pero, vaya, no le invitaría a cenar, por lo poco que sé de él.

Mel es un actor y director del país que creó el imperio del cine y hace películas al gusto de los consumidores de cine de masas. Hay muchos como él, pero el señor Gibson me parece de los peores.

Recientemente vi alguna escena de una película suya, Apocalypto, y me pareció tal sandez que estoy pensando solicitar al gobierno de EE. UU. que retire inmediatamente la película de circulación. No sé si se podrá...

Tantos y tantos norteamericanos tienen esa visión tan infantil, tan disneynizada de la historia que no puede menos que repugnar. Lo que hace la industria cinematográfica estándar norteamericana no son películas históricas, son cuentecitos infantiles imposibles en los que se repite una y otra vez hasta el agotamiento la dicotomía «buenos buenísimos-malos perversísimos»; la misma simpleza de siempre, vamos. Y todo bien aderezado con escenas espectaculares para que el espectador vaya recibiendo a buen ritmo sus dosis regulares de chute audiovisual. El cine se convierte así en una experiencia más parecida al consumo de estupefacientes que al arte.

Un buen ejemplo es este señor, creo que muy creyente de no sé qué religión filocristiana, padre de nosecuántos hijos, actor muy conocido y director de grandes producciones. Da igual que la película trate de las aventuras de un héroe escocés o mesoamericano, de un policía chalado o del mismísimo Jesucristo. Con todo se atreve este señor, y todo lo envuelve en su maquillaje de salsa de tomate y vísceras, eso sí, muy reales para que los escalofríos sean profundos y eficaces. La misma tontería de siempre, con distintos ropajes, eso sí.

¿Qué será lo siguiente, Mel? ¿Las andanzas de Marco Polo en versión sangrienta? ¿La vida de Julio César, la de Gengis Khan, la de Atila...? Da igual, haga lo que haga, ya sabemos cómo será el resultado: un videojuego más con mucho ruido, muchas tripas, mucha sangre y alguna muchacha sensible y tierna que nos muestra su bonito cuerpo parcial o totalmente. La novia del machote, claro. Porque la escena de lecho nunca falta: un poco de horizontalidad con buena música romántica que contrapesa la verticalidad brutal del resto.

Menos pistolas y más poesía, coño. Está a la vuelta de la esquina, no hacen falta millones de dólares. Basta con salir a la calle y aprender a ver con nuevos ojos lo que nos rodea. Lo demás es cafeína.

*** *** ***
Post datum
Sabemos que el modelo norteamericano de héroes-villanos en un mundo imperfecto pero que puede mejorarse (hasta convertirse incluso en un pseudo-paraíso) por la acción coordinada del bien contra el mal está entroncado en el modo de entender el mundo que tiene la cultura anglosajona del norte del Nuevo Mundo: su autocomplacencia, su espíritu mesiánico y la confianza en su infalibilidad son ingredientes principales. No estoy diciendo nada nuevo. Lo que pasa es que el modelo está agotado, lo quieran ver o no. Hace mucho que no da más de sí. Por ello, considero improrrogable su drástica eliminación. De lo contrario, la neurosis social colectiva seguirá extendiéndose hasta el punto de que esto llegue a parecer una procesión de zombies, al más puro estilo americano (como no podía ser menos). 

miércoles, 6 de marzo de 2013

El universo y nuestro universo

La Vía Láctea, «nuestra» galaxia, tiene un diámetro de unos 90 000 años luz y está constituida por unos doscientos mil millones de estrellas, que orbitan en torno al agujero negro que se aloja en su centro. La masa de este es de cuatro millones de soles y su diámetro unas quince veces el diámetro de nuestra estrella.

Cuesta trabajo asimilar las cifras que se manejan ahí fuera. Cuando creemos haber captado la vastedad de una de ellas, llega otra que la deja enana y nos obliga a tratar de captar siquiera intuitivamente su nuevo significado.

Una de las galaxias más cercanas a la nuestra es la galaxia de Andrómeda, una enormidad que contiene varios cientos de miles de millones de estrellas. Se está acercando a la Vía Láctea y se piensa que colisionará con esta dentro de unos miles de millones de años.

Galaxia Andrómeda, el elemento más notable del grupo local.
Hermosa y no tan inaccesible como pudiera pensarse: se acerca
a la Vía Láctea a buen ritmo.

Un poco más lejos, la galaxia del molinete (M-101) plantea un nuevo reto a nuestra imaginación: se estima que al menos cien mil millones de sus estrellas son similares al Sol en temperatura y edad; se estima también que puede contener unos diez billones de planetas. (En Europa un billón equivale a un millón de millones, pero en Estados Unidos un billón son mil millones; esta diferencia da lugar a multitud de errores en publicaciones de todo tipo.)

Galaxia del molinete (M-101).

Según las últimas teorías, el universo conocido está habitado por unos cien mil millones de galaxias. Imágenes recientes del telescopio espacial Hubble muestran un espacio ultraprofundo plagado de galaxias de todos los tipos y colores imaginables, en cantidades no infinitas, pero «casi». La vastedad de estas imágenes queda fuera de nuestra comprensión, si bien ahora podemos admirar su estremecedora belleza. Y esto gracias a las personas, empresas e instituciones que creyeron en el proyecto del telescopio espacial, a las que lo pusieron en marcha y a las que lo han ido manteniendo y mejorando desde su puesta en órbita en 1990.

Imagen del universo ultraprofundo del telescopio espacial Hubble.
Cada punto de luz es una galaxia.

A todas esas cifras hay que añadir una más, capaz de dejar patidifuso al más indolente: se estima que la masa del universo que somos capaces de medir hoy por hoy representa únicamente el 4% del total: el 96% restante es materia y energía oscuras, de las que muy poco se sabe aún, pero tan reales como la materia visible y medible.

Pero la cosa no acaba ahí. Muchos astrónomos y científicos teóricos postulan la existencia de un «multiverso» frente a la idea tradicionalmente asimilada de «universo», de «nuestro universo». Según las teorías más recientes, regiones inflacionarias darían lugar a otras regiones inflacionarias a través de fluctuaciones cuánticas, al modo de ramas que crecen en un árbol. Cada rama crecería así y se convertiría en un árbol que daría lugar a otras ramas en un proceso que continuaría indefinidamente y que daría lugar a una geometría fractal en forma de árbol. Nuestro universo sería solo una de esas ramas. Y lo más extraño de todo: desde nuestro universo sería de todo punto imposible acceder a ninguno de estos otros «universos hermanos». Imposible verlos ni de lejos a través de una mirilla, como por ejemplo, el mejor telescopio jamás diseñado en el futuro: estos universos escaparían de nuestro horizonte de sucesos y existiría una limitación teórica esencial que nos impediría acceder a ellos. Algo así como un principio de inaccesibilidad, al estilo del principio de incertidumbre de Heisenberg. Para mearse y no echar gota, vamos.


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Cifras aproximadas:

China tiene una población de 1350 millones de habitantes y su economía lleva ya muchos años creciendo a un ritmo tremendo, que se sitúa actualmente alrededor del 9%. India tiene una población de 1200 millones de habitantes y su economía crece actualmente a un ritmo de alrededor del 7%. Indonesia tiene cerca de 250 millones de habitantes y su economía crece actualmente a un ritmo de alrededor de 6,5%. Estos tres países, tres gigantes asiáticos, generan trabajo a un ritmo inimaginable para un habitante de la cuenca del Mediterráneo. Sus economías son máquinas gigantes que llevan ya varios lustros funcionando a un ritmo tremendo: son enormes motores de la economía mundial que están dando de comer a cientos, miles de millones de personas; que están permitiendo que muchas de esas personas salgan de la miseria de una aldea rural para meterse en la (dudosa en el plano filosófico, eso sí) felicidad del apartamento o piso en la ciudad con nuevas comodidades, nuevos placeres, nuevos objetos de deseo, nuevos problemas y nuevos retos. Cosas que ya conocemos, vamos.

Resulta muy chocante poner en duda el sistema económico justo ahora: los puentes de Jiaozhou (42 km de longitud) o de Hangzhou (36 km), el espectacular desarrollo urbanístico de muchas ciudades asiáticas, el enorme despliege de centrales eléctricas son realidades que pueden plantear problemas (y los plantean), pero no se pueden negar, mientras las hipótesis sobre el desmoronamiento del sistema de libre flujo de capitales y personas son cuando menos cuestionables.

Puente sobre la bahía de Hangzhou (China).

La enorme «indignación» que sufre mucha gente bien pudiera ser un eurocentrismo de vieja raigambre: «lo que nos pasa es lo que le pasa al mundo». Pero el mundo es un multiverso enorme, inabarcable para un ser humano. A escala microscópica, el mundo es un planeta casi esférico de 6370 km de radio que, pese a su pequeñez, da cabida a muy diversas formas de entenderlo. Podemos pensar que el mundo está dándose la vuelta; sin embargo, pudiera suceder que lo único que está dándose la vuelta es nuestro propio y particular modelo o forma de entenderlo.

En lo que se refiere a la sustitución de unos modelos por otros, basta repasar brevemente la historia de los modelos cosmológicos: generaciones y generaciones de seres humanos se aferraron con uñas y dientes al modelo geocéntrico del universo, incluso más de uno palmó en la lucha; al final, sin embargo, la realidad se impuso y dicho modelo fue reemplazado sin contemplaciones por el heliocéntrico, más próximo a la realidad.

No cabe ninguna duda de que la economía va bien para grandes cantidades de habitantes del planeta, va regular para otros muchos y va mal para los demás. Quizá lo único que pase en algunas regiones del planeta es que hemos dejado de tener a mano la parte del pastel que considerábamos nuestra. Ahora la disfrutan «otros». Pero otros seres humanos a fin de cuentas, ¿o no?

martes, 15 de enero de 2013

¡Más tecnología, por favor!

(Notas extraídas de una reciente conferencia del Dr. Ceferino Pedántez)

La aproximación de la vasta mayoría de la población hacia lo que ha venido en llamarse «tecnología» es pavorosa, como también lo es la ridícula enanización del propio término.

Tecnología son máquinas de vapor de Watt funcionando en un entorno productivo y optimista; tecnología es una central telefónica de Graham Bell poniendo en comunicación puntos distantes y favoreciendo un floreciente comercio; tecnología es una nave extraordinaria posándose suavemente sobre Marte y enviando información a nuestro planeta; tecnología es un ingeniero alemán desarrollando unos nuevos inyectores para los futuros automóviles Opel, etc., etc.


Entre todas las positivistas y emocionantes manifestaciones tecnológicas humanas, una en particular ha adquirido una extensión delirante por sus posibilidades de comunicación y entretenimiento: la industria de los terminales móviles o celulares, hoy en día mucho más que simples teléfonos.

De un tiempo a esta parte, casi siempre que un periodista, político, vendedor ambulante o cantamañanas cualquiera habla de tecnología, se refiere a este muy específico y concreto campo de la tecnología. Y cada vez más, la aproximación al asunto muestra más señales de adicción y menos señales de auténtico desarrollo: «¡Jo, tía, mi padre no me quiere comprar el iPhone si suspendo más de dos en junio!», «cuando dentro de unos años desarrollen esto, tío, ¡lo vamos a flipar!», o «dentro de una década nuestros teléfonos móviles podrán bla bla bla...»

No interesa ni mucho ni poco saber lo más mínimo sobre la tecnología que utilizamos, lo cual era de esperar en un país científica y tecnológicamente analfabeto como el nuestro; nadie se hace la más mínima consideración sobre las empresas que desarrollan esta «tecnología», como por ejemplo que Nokia sea un ejemplo de potente iniciativa privada en un pequeño país que casi ni sabemos que existe; no nos planteamos el uso que hacemos nosotros, nuestros abuelos o nuestros nietos de estas endiabladas máquinas. Nuestra aproximación al asunto es absoluta y meramente pasiva: al más puro estilo masoquista, lo único que nos gusta es «recibir», y además de continuo. Lo único que ansiamos es un suministro fluido: ¡Más «tecnología», por favor! ¡Quiero una dosis más de apps, de juegos, de complementos para mi terminal! O, mejor aún: ¡Quiero cambiar de aparato, quiero un Samsung SuperGalaxy V Generación XXY, o un iPod VII ultramega-in!

Por lo demás, da igual que el usuario sea un trabajador indignado de la función pública, un niño pijo de barrio acomodado, una muchacha preadolescente con un fracaso escolar tras otro o una abuela aficionada a las clases de risoterapia: todo el mundo parece embarcado en esta delirante adicción sin pensar en nada más, sin preguntarse nada ni plantearse nada más que la próxima dosis. Y, lo más curioso de todo, todos dan por hecho que «alguien» se encargará de desarrollar las nuevas versiones y los nuevos aparatos, a buen ritmo y sin equivocaciones. En otras palabras, casi todo el mundo tiene la idea más o menos inconsciente de que los generadores de tecnología trabajan «a su servicio», lo cual constituye un descomunal error de percepción: en realidad son ellos, sin ningún genero de duda, los usuarios pasivo-adictos, los que están por completo sometidos al devenir de la idolatrada tecnología.

Un buen número de corporaciones y empresas de varios países deben frotarse las manos viendo cómo crece año tras año esta enfermiza afición en los países receptores de «tecnología», en especial en aquellos donde la mayor parte de la gente aún conserva (milagrosamente) el poder adquisitivo suficiente para atender su adicción.

Todos estos entusiastas usuarios acudirán puntualmente y muy bien comunicados a la próxima manifestación, sea de quien sea, las hay a patadas. Y se comunicarán con familiares, amigos y demás usuarios de redes sociales, con el fin de estar al tanto de todo. Mientras tanto, en Helsinki, en Los Ángeles, en Pekín o en Singapur, ingenieros, técnicos y empleados trabajan a buen ritmo en los terminales que permitirán a nuestros «indignados» estar conectados en las manifestaciones del próximo otoño.

Salud y felicidad para todos.