viernes, 30 de mayo de 2008

¡Vaya par de ojos!


I
Durante lustros, en amplias áreas del territorio nacional, la educación en el único idioma que compartimos está arrinconaína, al fondo del aula, sin atreverse a rechistar, «por imperativo legal». Niños y niñas, chicos y chicas que comparten cultura y DNI conmigo tienen negado el derecho.

Por decreto, alumnos y profesores han de recibir e impartir las clases en lenguas vernáculas de variada procedencia (animadas por un hálito celta las unas, engarzadas en costumbres y tradiciones prehistóricas las otras, herederas de culturas inefables todas ellas). Por ley, las manifestaciones culturales diferenciadas son subvencionadas, apoyadas institucionalmente, publicitadas, contempladas con sumo agrado, mientras que las compartidas se desenvuelven con frecuencia en la sombra, sin tales ayudas ni parabienes. Por norma, periodistas y periodistos acatan (salvo raras excepciones poco significativas por su poca coherencia) esa norma lingüística y cultural. ¡Quién se atreve a criticar las manifestaciones culturales, sean del pelaje que sean!

II
Algunos políticos extranjeros de fácil ridiculización ibérica (es decir, superficial, primitiva y eslogánica) atrévense (¡se van a enterar!) a decir que los inmigrantes tienen que aprender las lenguas y aceptar la cultura de los países de acogida. ¡OOOOOOOOOHHHHHHH! ¡Faccista, Fasciste, Fasciiiiistas!

Para encontrar los comportamientos que ellos tratan de describir -muy penosamente- con las palabrejas al uso, me temo que, por desgracia nuestra, no es necesario cruzar las fronteras.
La «normalización» lingüística y cultural lleva poniéndose en práctica, y no de palabra sino de facto, desde hace bastante tiempo por aquí cerquita, al otro lado del río. Y sus efectos son patentes desde hace unos años. Todo tiene su rédito.

10 comentarios:

  1. Estoy aprendiendo mucho sobre la heterodoxia con "India contemporánea", de Amartya Sen. Creo que, como sociedad, podríamos aprender mucho de otras culturas si nos interesáramos mínimamente en ellas. Nos resultaría más fácil así convivir entre nosotros y con los que vinieran de fuera. ¿A quién le dice algo en España los nombres de Aśoka o Akbar?

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  2. Estamos ahora sufriendo, en gran parte por nuestra falta de habilidad, las consecuencias de décadas de persecución lingüística. Es una lástima que no lo hayamos sabido hacer mejor. Y, mirando más allá, quizás también sea una consecuencia de nuestra ley Electoral...

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  3. Hace años leí una novela de Joan Sales, Incierta gloria, y me enteré de que en su día (años 60) había sido publicada en catalán; de hecho, creo que ganó un premio. Me quedé patidifuso, la propaganda recibida en mi cacumen durante años me hacía pensar de modo automático que eso era inconcebible. No solo se hablaba el catalán sino que había premios de literatura en el idioma. Hoy en día te llaman de todo por poner en Barcelona un cartel del tipo Legumbres Maroto, te ponen como una moto, o algo parecido.

    En el camino de Santiago, allá por el 96, conocí a unas simpáticas gallegas que comentaban con horror cómo en los años del franquismo "estaba mal visto" hablar gallego, era de palurdos. Muchos años después, por poner un ejemplo, al alcalde de la capital costera le tildan de facha por atreverse a decir «La» en vez de «A».

    Con la mano en el corazón, afirmo: no avanzamos, retrocedemos.

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  4. Doy fe en lo del gallego: años ha era de palurdos y está bien que eso haya cambiado. Pero los cambios no deben inducirse con excesos ni 'discriminaciones positivas'.

    Esto me recuerda a las declaraciones del Portavoz del Gobierno para intentar justificar el voto negativo del PSOE a la inciciativa de IU-ICV de suprimir los símbolos religiosos del protocolo oficial del Estado: venía a decir que es la gente la que debe ir poniendo las cosas en su sitio. ¿Por qué no se hace lo mismo con las lenguas, el machismo, la violencia doméstica, etc.? ¡Qué hipocresía, dios! ¿Se debe legislar para que la gente cambie o esperar a que la gente cambie para legislar? En general, soy más partidario de lo primero, y supongo que ahí estriba una gran diferencia entre una política progresista y una conservadora. Creo que se pueden hacer muchas cosas para que le gente lea más, adquiera hábitos más saludables y evite los de riesgo, aprenda a consumir responsablemente, etc. Pero, puestos a legislar para cambiar, hágase con cabeza y no a golpe de vísceras, evitando más de lo mismo pero en sentido contrario.

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  5. ¡Actualiza ya!

    Fdo: el hombre del saco

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  6. Agobiado por presiones indecibles y tareas inacabables, me siento compelido por anónimas fuerzas a «actualizar» esta deslabazada bitácora digital... pero mis ideas se han agotado, mi celebro ha sido escurrido y no me viene nada a colación.

    A ver, déjame que piense...

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  7. ¿Presiones? ¿Agobios? Menos evasivas...

    Fdo: el hombre del saco

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  8. Ánimo, Australino. Te propongo temas, algunos de actualidad: la actuación de los piquetes 'informativos', el precio del gasóleo, la inflacción, el astigmatismo, el PP, Ana Obregón y la prensa, Telma Ortiz y la prensa, la prensa, los biocombustibles, el vegetarianismo, el amor, los mininos, el blog de Nata, la casquería, la durabilidad de los CD's, la moda del uso de los bolsos por los chicos, las holoturias, la polución (nocturna), Lou Ferrigno, Muchachada Nui, La Manga del Mar Menor, el laicismo, los jerseis a rayas, el terremoto de China, el referendum de mañana en Irlanda, la instransigencia, Menorca, las plagas de palomas en Camarma de Esteruelas, la depilación, cómo te sientes, el uso indiscrimanado de las bolsas de plástico, las drogas, las 68 horas semanales, Obama, mecanismos varios, Confucio, la narcolepsia,...

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  9. Me siento presionado y coaccionado, el resultado no promete ser nada bueno...

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  10. Pero muchas gracias por la ayuda, Mecacholo.

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