jueves, 23 de abril de 2009

To take for granted

Las garantías son estupendas. Nos aseguran un servicio o reparación «por la cara» durante tres, cinco, ocho años. Se aplican a productos adquiridos en un mercado libre.

Procuramos conseguir garantías fuera del ámbito de los electrodomésticos y el mobiliario. Miles de personas consideran como derecho inalienable la garantía de un sueldo, un puesto de trabajo, una seguridad. Pero creo que la vida real no funciona -o no debería funcionar- así. A mi entender, nadie debería garantizar, ni un ministra, ni una princesa, ni siquiera una periodista, los muy diversos «subsidios» que, bajo diversos pelajes, acampan por las diversas Andalucías de la economía española (rentas en forma de sueldos, vacaciones, atención médica excelente y universal, finiquitos extraordinarios, planes de empleo (¡!) rural, subsidios de desempleo, becas, institutos de cultura, ayudas al cine, etcétera, etcétera, etcétera...).

Nadie debería garantizar tantas cosas; si lo hacemos, actuamos como ingenuos consentidos: todas esas pretendidas «garantías» no son derechos o privilegios, son hitos alcanzados con mucho esfuerzo, físico e intelectual, a través de varios siglos.

Pero las palabras son volátiles y de poco sirven. Así que yo me limito a dar las gracias a Edison por su ingenio, esfuerzo y dedicación, y no olvido nunca que, al pulsar el interruptor:
  • La bombilla se enciende (al menos por ahora) gracias a él y a varias generaciones sucesivas de científicos, ingenieros, técnicos, economistas, organizadores e incluso algún que otro político competente, cuyo trabajo acumulado me permite gozar de una delicada música de Schumann mientras escribo estas muy pedantes letras,
  • la bombilla NO se enciende porque me lo garantice este o aquel, y, por último,
  • el hecho de que se encienda la bombilla NO es un derecho inalienable que debo exigir, sino una suerte inmensa, casi un don. Y del mismo modo que mi bisabuelo pudo empezar a disfrutar sus ventajas, puede darse el caso -si falla algún eslabón de la compleja cadena de electrones- de que yo vea su desaparición. Porque no hay nada en mi número de DNI, por más que lo miro y remiro, que me garantice luz eléctrica hasta la muerte.

8 comentarios:

  1. Te garantizo que eres brillante como una bombilla.

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  2. Prefiero el término "tradicional", lo de "convencional" me resulta ofensivo para las bombillas no progresistas.

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  3. por una vez, no estoy de acuerdo en absoluto. los seres humanos necesitamos garantías de todo tipo. es nuestra forma de enfrentarnos al medio. al menos eso creo yo...

    J

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. ¡Me alegro de leerte, J! He borrado la respuesta que había escrito a lo que comentabas, porque no pretendo convencer a nadie de ningún modelo.

    Solo quiero decirte algunas cosas que me parecen esenciales en este asunto: los "aseguramientos" y garantías que proporciona el Estado dan lugar a enormes demagogias, se utilizan para captar votos y generan en la sociedad la percepción de que tenemos el derecho connatural a ellos. Y, además, su abuso tiene una consecuencia inevitable: cuantas más garantías públicas, más subsidiada está la sociedad. Al menos esa es la pauta en los países mediterráneos. Y una sociedad subsidiada es en gran parte una sociedad muerta. Perdón por la expresión.

    De todos modos, es muy complicado resumir este tema en dos párrafos. :)

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  6. Hace dos años cerraron Madrid Rock, una cadena de tiendas de música. Hoy han anunciado en televisión que va a cerrar definitivamente Crisol, otra cadena de tiendas de libros y discos. La realidad socioeconómica manda.

    ¿Por qué a nadie se le ocurre "salvaguardar" o asegurar los puestos de trabajo de los empleados en las tiendas de música y, sin embargo, se sigue manteniendo (artificialmente) las minas leonesas o asturianas, por poner un ejemplo?

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  7. Porque la cultura no es un bien de interés estratégico para este país, lamentablemente, amigo.

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